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En las condiciones actuales de la rígida disciplina de partido que padecen nuestros representantes parlamentarios en Cortes, incluso en cuestiones que afectan a su conciencia moral, se les presentan dos opciones para ejercer como tales diputados:
· Adaptar sus conciencias a la doctrina moral de sus partidos, o bien
· Ser unos inmorales, si sus partidos no tienen desarrollada una doctrina moral.
El primero de los casos, en las circunstancias actuales de la política, la posibilidad de que los partidos políticos estén comprometidos con una doctrina moral explícita y concreta, conlleva un paisaje de “aurora boreal”. Imaginar que, en la actualidad, nuestros partidos políticos estén preocupados y comprometidos con unos principios morales determinados, me parecería caer en la ingenuidad más candorosa y de virginal inocencia.
La segunda de las opciones que se le ofrecen a nuestros desvalidos diputados, la de ser unos inmorales, es la otra alternativa en la vida política de la España actual. Los principios por los que se rige la vida de los partidos hoy en día, no parecen tener otra referencia ética que aquella que sigue a las encuestas de opinión. Sin embargo, dado el nivel estulticia moral de nuestra sociedad, la inmoralidad de un diputado puede no ser un grave impedimento para el logro de votos, especialmente en algunos partidos abiertamente inmorales.
El problema estriba en que esta segunda opción no aparece como muy presentable ante algunos sectores sociales con alguna, aunque sea mínima, exigencia moral. En España, gracias a Dios, todavía quedan reductos sociales con conciencia moral y referencias éticas cuyos votos son objeto de deseo.
Son a los diputados que pueden acceder a estos sectores, de izquierdas o de derechas, diputados todavía no contaminados por la inmoralidad reinante, a los que el señorito Bono, Presidente del Congreso y ferviente “católico de toda la vida”, se refirió el otro día en el Foro Cope-Castilla-La Mancha, diciendo: «Si un diputado está en contra de una ley porque su conciencia así se lo ordena, lo que debe hacer es dejar el escaño»…… En otras palabras, al entrar en el Congreso, los diputados deben dejar su conciencia moral colgada en el perchero de la entrada.
Dada su experiencia personal, el señorito Bono lo que ofrece a los diputados con exigencias morales es una tercera opción: Tener una conciencia como la de su postizo capilar, su perico, poder gozar de un tocado moral de “quita y pon”. Al igual que Groucho Marx: "Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros." - ¿Qué tal?
Por si no fuera suficiente, el señorito Bono también explicó que en el sistema electoral español el «voto en conciencia esta prácticamente desterrado. Cualquier persona por inadecuada que sea, puesta en una lista adecuada puede salir elegida, pero si un diputado está en contra de una ley porque su conciencia así se lo ordena, lo que debe hacer es dejar el escaño, pero el voto es más del partido, como la opinión es de la persona». José Bono “dixit et pixit”.
El señorito Bono objeta, de un plumazo, junto a ese voto desterrado, la “Libertad de Conciencia”, uno de los principios básicos de las democracias occidentales. Con este discurso, el señorito Bono exige a los diputados que ignoren lo que les pueda dictar su conciencia. Esta es la dictadura moral del señorito Bono. Estos son sus principios éticos. Los principios de la izquierda moderada que sufrimos.
Es verdad que en el lenguaje “cantinflesco-zapaterano” con el que se expresa el señorito Bono es confuso interpretarlo. Esa perogrullada de que ….. “Cualquier persona por inadecuada que sea, puesta en una lista adecuada puede salir elegida, pero si un diputado está en contra de una ley…..” - ¿Una persona inadecuada puesta en una lista adecuada? ¿Qué quiere decir con eso de una persona inadecuada? ¿Qué quiere decir con eso de una lista adecuada? – Personalmente, creo que no quiere decir nada. Que solo hace ruido con la boca con su lenguaje vacío, pomposo, y fatuo. – Estos “Nuevos Bárbaros” no dicen nada sensato y, consecuentemente, dicen unas barbaridades que no se sostienen ante unas mínimas exigencias de un discurso lógico, moral, o con pretensiones democráticas. Ellos están todavía en plena “Invasión Bárbara” (I y II)
El señorito Bono, tomando ejemplo en el “tuneo de vehículos” de las “Obras Completas” de su colega Ernest Benach, el President-jardiner del Parlament de Catalunya, se “tuneó” con un posmoderno “spoiler capilar”. Ahora, viene a sugerirnos que, ante cuestiones morales y de conciencia, los diputados a Cortes deben “tunear” sus conciencias con un postizo de “quita y pon” que les permita prescindir de toda moralidad en sus responsabilidades parlamentarias.
El señorito Bono, en este ejercicio de “tuneo” de conciencias, mantiene su ya clásico y tradicional fariseísmo mostrándonos que, debajo de su bisoñé de “católico de toda la vida”, no tiene otros pelos, ni principios, que sus promiscuos intereses personales. Eso sí, políticamente “tuneados” según demande su partido político. Tratándose del P$OE, no hay muchas más fuentes que descubrir en el Nilo. Verde y con asas, o blanco y en botella, o “góthico” y con tupé…. Como Vds. prefieran.
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