Para suplir su falta de fundamento, el posmodernismo, el pensamiento blando e indolente sin fundamentación rigurosa, el relativismo oportunista imperante hoy día, necesita generar una atracción “buenista” y sentimental, desarrollar un marketing social, que apelando a deseos espurios de la sociedad, intente convertir sus intereses políticos y sociales en nuevos derechos que satisfagan a una clientela poco exigente. Este relativismo oportunista, poco respetuoso con los conceptos y el pensamiento riguroso, nada respetuoso con la moral y la ética, pretende inducirnos a que equiparemos derechos con prebendas obscenas. Cuando se trata de ofrecer la regalía de una desquiciada prebenda social, la impunidad de un desafuero que atraiga votos, la recalifican disfrazándola de derecho. – Pero es verdad, estos nuevos “Invasores Bárbaros”, este relativismo oportunista, cuentan con la inestimable herramienta de la corrupción lingüística fácil de extender hoy en nuestra desprotegida y vulnerable sociedad.
El lema de la sociedad en que vivimos parece ser el de que “toda necesidad es un derecho”, o incluso que “todo deseo es un derecho”. – Si las mayorías sociales reclaman algo, corresponda o no corresponda, se acepta como tal derecho, con independencia de que contravenga un verdadero derecho, o el propio sentido común. Un ejemplo de libro lo tenemos con la demanda social a favor del aborto: A un sector amplio de la masa social se le induce y moviliza emotivamente a que pida el reconocimiento legal del aborto porque eso resulta en votos baratos, se crea un icono ideológico, y entonces se reclama el aborto, ya como derecho, con independencia de que se conculque el sentido común y contravenga el verdadero derecho que es el de la vida. Es más, incluso si esa irreflexiva y amoral masa social todavía no lo demandara, se identifica una prebenda atractiva, se organiza una campaña que convierta esa prebenda en necesidad y, posteriormente, se reclama como derecho. Así de fácil.
Con esta estrategia de manipulación del hombre-masa, se llega a extremos inimaginables. Se reclama, incluso, el derecho de las mayorías a decidir cual es la verdad, y qué es lo bueno y lo malo. Cual debe ser la moral establecida por consenso, sin otra reflexión de tipo ético o trascendente. - Cualquier día, ya se está haciendo, se decidirá por mayoría consensuada todo aquello que se desee, sin que sea necesario contrastarlo con la dura realidad de las cosas tal como son. Así, se podría llegar a que los parlamentos de las comunidades autonómicas afectadas por el AVE Madrid-Valencia decidan por mayoría consensuada cual debe ser la distancia entre las dos capitales, con independencia del sistema métrico decimal y de los trescientos cincuenta kilómetros que las separan. La mayoría parlamentaria decide que entre Madrid y Valencia hay solo ciento cincuenta y tres kilómetros !!! - Como si el consenso fuera garantía de realidad. De estos disparates ya se oye alguno que otro. Que la realidad no gusta, pues se decide que no exista como tal, que sea de otra manera !!!
Más allá de una cuestión de trámite políticamente correcta, discutir con los jefes Bárbaros pretendiendo convencerlos con argumentos lógicos es perder el tiempo. Los jefes Bárbaros no saben de lógica ni de argumentos, solo practican y entienden de hechos consumados. Los que no son jefes, solo saben dejarse arrastrar.
Por desgracia, seguiremos con este asunto para ver qué podemos hacer las víctimas de esta "Nueva Invasión Bárbara" que nos está tocando vivir..... Se pueden hacer algunas cosas !!!
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