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Suena bien eso de adaptarse a la realidad. El adaptarse a la realidad se lleva mucho entre la clase política. Los políticos, generalmente de manera meliflua, se refieren a ello para justificar la falta de principios en sus comportamientos o los de su partido. Al decir que quieren adaptarse a la realidad nos quieren dar a entender que pretenden ser realistas y eficaces, y que si no estás con ellos apareces como fuera de la realidad.
Hacen una encuesta, establecen lo que piensan la mayoría de los votantes, sin la menor consideración por el nivel de preparación y formación que puedan tener..... !para eso es la mayoría! se adaptan a ella y........, !que los voten! !qué más da si están en lo cierto, o si esa mayoría está errada! !si tiene estos o los otros valores! - Es la antigua estrategia de ponerse delante de la manifestación y proclamar su capacidad de liderazgo. Demagogia barata llamo yo a estos subterfugios político lingüísticos.
La verdad es que la realidad es algo con lo que nos encontramos en la vida. Algo con lo que hay que contar para alcanzar lo que pretendemos, una circunstancia que hay que modificar con esfuerzo según nuestro propio proyecto personal. Claro, lo fácil es dejarse llevar, no esforzarse y adaptarse a esa realidad con la que nos encontramos de entrada.
El camino áspero, largo, y dificultoso, es el del esfuerzo personal. El de aquel que tiene y persigue unos valores a alcanzar, y mantiene unos principios éticos a pesar de la realidad con la que se encuentra, oponiéndose a ella si es necesario, y superándola. El camino del que asume la responsabilidad de influir con sus convicciones en su entorno, con aquello que cree que es verdadero.
Actualmente, en la cultura predominante en Occidente prima el cáncer del relativismo, en donde los valores éticos se sustituyen por los intereses, y los principios de comportamiento se rigen según esos intereses. Naturalmente, al no tener que atender a valores y principios éticos, se eliminan dificultades en el camino, se necesita menos esfuerzo, y parece que se encuentra un atajo para lograr el bienestar deseado.
Pero ese atajo hacia lo deseado es solo aparente. No olvidemos que también esta contra-cultura en la que nos encontramos inmersos se articula bajo el reinado de la apariencia. Y digo que ese atajo es aparente porque, parafraseando a un antiguo y prestigioso profesor de finanzas que decía: "No hay que ser ético porque sea rentable .........., pero al final, lo es" nosotros podríamos concluir que "No hay que esforzarse porque sea más realista ............, pero al final, a largo plazo, lo es"
Ser realista no consiste en adaptarse a la realidad. Esta es la falacia con la que nos quieren embaucar. Ser realista es ser capaz de reconocer la realidad, tal como es y se nos presenta en la vida, conocer sus posibilidades, y tomar la iniciativa para cambiarla y modificarla según lo que queremos hacer. Insisto, ser capaz de reconocer la realidad y conocer sus posibilidades, no de adaptarse a ella. Esto último, pertenece a la "cultura blanda".
Pero no solo hay que ser realista y reconocer la realidad de nuestro entorno. Si no que, para conocer sus posibilidades, necesitamos saber qué queremos hacer con esa realidad social con la que nos encontramos. No basta con no adaptarnos a ella. Necesitamos tener un proyecto, y estos necesitan de valores a los que aspirar, y por los que luchar.
Sobre nuestra realidad nacional experimenté hace poco, un sentimiento de decepción, cuando tuve la oportunidad de llevar a cabo un sencillo ejercicio de reflexión con algunas personas de formación académica a las que pedí que reflejaran, individualmente, en una cuartilla en blanco, por orden de prioridad, los cinco o seis valores que ellos consideraban primordiales, los más importantes a compartir, como ciudadanos españoles. Después de dudas y más dudas, los resultados fueron variopintos y frustrantes.
Yo me pregunto......., si no tenemos claros qué valores queremos compartir, ¿cuál es nuestro proyecto común como españoles? ¿a dónde queremos ir? ¿qué hacemos con la realidad con la que nos encontramos? - Nuestra identidad como españoles tiene un buen fundamento en la comunidad de nuestras raíces históricas, y en nuestra Constitución. Pero para un proyecto común de futuro necesitamos hacer públicos aquellos valores con los que, sin juegos lingüísticos, sin las medias verdades y la demagogia de lo "políticamente correcto", siendo realistas, podamos modificar la áspera realidad social de cada día, y sin tener que adaptarnos a la misma si no nos gusta. Suena bien eso de adaptarse a la realidad, pero no es lo que normalmente debemos hacer.
miércoles, 8 de abril de 2009
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