viernes, 28 de agosto de 2009

ABORTO, EUTANASIA...., y BUENOS SENTIMIENTOS

Entro con cuidado y prudencia en este tema. Sin embargo, no quiero evadirlo. Creo que, con los tiempos que corren, es un deber expresar nuestras opiniones, esforzarnos por explicar y proclamar la razón de nuestras convicciones, con respeto hacia la discrepancia razonada, pero con la responsabilidad que ello exige y conlleva. Creo que debemos evitar someternos a la dictadura de lo políticamente correcto, de dejar llevarnos por la corriente de moda. Es más, creo que debemos crear opinión. Lo delicado, y la propia entidad del tema me obligan a una extensión mayor del límite que normalmente me impongo. Por ello, ruego aquí disculpas anticipadas. - Salvando la enorme y evidente distancia intelectual que me separa de Benedicto XVI, pero tomando prestada la solicitud que hace en el prólogo de su libro “Jesús de Nazareth”, “pido solo a los lectores y lectoras esa benevolencia inicial, sin la cual no hay comprensión posible”. Voy a intentarlo.

En mi anterior entrada de blog “LOS DOS CABALLOS DE TROYA”, hacía alusión tanto al aborto como a la eutanasia, entendidas como dos lacras de nuestro tiempo. - Con una postura de total rechazo, los que pensamos así podemos parecer radicales, dogmáticos, incluso sin sentimientos ni sensibilidad hacia algunas sangrantes situaciones que viven algunas personas en nuestra sociedad. Nada más lejos de la realidad. Sin embargo, esta es la imagen que hoy se hace reflejar - y tenemos que soportar - sobre quienes estamos en total desacuerdo con ambas prácticas, enfrentados a una amplia opinión pública que, dicho sea de paso, tampoco creo mayoritaria. Me atrevo a opinar por parte de quienes pensamos así porque va a contracorriente, porque pensar así es una postura incómoda, porque no es una postura “políticamente correcta”, y porque la mayoría de los que así creemos, lo hacemos por unas convicciones responsables, profundas y reflexionadas. Desde este último grupo expreso mi opinión.

Decía en mi escueta respuesta a un amable y crítico comentario, anexo a mi anterior entrada de blog, que pedía consideración para lo dramático de algunas situaciones personales que se dan hoy día: “No conozco valores superiores a la verdad y a la vida, a su aplicación práctica y eficaz, en condiciones de Justicia y Libertad. En esto consiste el bien. – Son “valores estructurales” en los que no debemos transigir un ápice. Es muy preocupante, aunque no novedoso, que en nuestra vida pública se hayan instalado las perversiones peores que se pueden concebir: la mentira y la muerte que, en su aplicación eficaz, tiene como consecuencia intrínseca el mal.

Transigir con la mentira o la muerte, aun por dolorosos motivos sentimentales, tiene graves consecuencias. Son temas difíciles y dolorosos que merecen toda la comprensión y apoyo. Pero el dolor y los sentimientos no deben violentar el compromiso con los valores supremos. Hay que intentar ser consecuentes hasta el final, a la vez que comprensivos. Debemos juzgar los hechos de acuerdo con la verdad, no así a las personas.”

Así pues, en mi escala de valores no existen por encima de la verdad y de la vida otros valores que los limiten y restrinjan. No los conozco. Son valores a los que, por el respeto y compromiso que les debemos, no podemos comprometerlos por razón de sentimientos completamente legítimos pero siempre subordinados a aquellos. Por encima de los sentimientos sinceros, sin duda, buenos y dolorosos, está el valor de la verdad y está la vida - ¿En qué quedaría la propia verdad si hubiera valores superiores a ella que la mutilaran? ¿En qué quedaría la propia vida si hubiera valores superiores a ella que la mutilaran? ¿Qué respeto y consideración concederíamos a la verdad y a la vida si aceptáramos comprometerlas por otros valores subordinados?

Es dentro de esta consideración y respeto por la verdad y la vida en la que el Catecismo de la Iglesia Católica aborda el tema de la eutanasia en los artículos 2276, 2277, 2278 y 2279 –Concretamente en los puntos 2278 y 2279, la Iglesia toma exquisita consideración por las humanas circunstancias que puedan apelar a una legítima interrupción de los tratamientos médicos en circunstancias que eviten el “encarnizamiento terapéutico”, así como por los “cuidados paliativos” que exige la dignidad humana siempre que no se pretenda la muerte. Estas consideraciones atienden situaciones complementarias, no contradictorias. Son circunstancias dramáticas en las que el respeto por la vida no se debe perder ni enturbiar, pero en las que un responsable, humano, y cercano acompañamiento debe encontrarse siempre presente. Dicen así estos artículos del Catecismo:

2278 La interrupción de tratamientos médicos onerosos, peligrosos, extraordinarios o desproporcionados a los resultados puede ser legítima. Interrumpir estos tratamientos es rechazar el "encarnizamiento terapéutico". Con esto no se pretende provocar la muerte; se acepta no poder impedirla. Las decisiones deben ser tomadas por el paciente, si para ello tiene competencia y capacidad o si no por los que tienen los derechos legales, respetando siempre la voluntad razonable y los intereses legítimos del paciente.

2279 Aunque la muerte se considere inminente, los cuidados ordinarios debidos a una persona enferma no pueden ser legítimamente interrumpidos. El uso de analgésicos para aliviar los sufrimientos del moribundo, incluso con riesgo de abreviar sus días, puede ser moralmente conforme a la dignidad humana si la muerte no es pretendida, ni como fin ni como medio, sino solamente prevista y tolerada como inevitable. Los cuidados paliativos constituyen una forma privilegiada de la caridad desinteresada. Por esta razón deben ser alentados.

En cuanto al aborto, es el respeto hacia una nueva vida el que prima sobre la aniquilación de la misma en su propio origen, no sobre el eufemismo de una “interrupción” que no es tal. – Son los indudables problemas de todo tipo, económicos, de salud, sociales, etc. los que deben ser abordados con decisión, en vez de ser rehuidos con irresponsabilidad y cobarde incapacidad. Son las personas que sufren esos problemas las que deben de ser atendidas social y económicamente, no empujadas al fracaso sin salida que representa el aborto. No se debe resolver los problemas, por complejos que sean, embrollando las vidas de las madres y truncando las de sus hijos.

Los buenos sentimientos, degradados, con los que hoy se manipula a la opinión pública, el sentimentalismo sobrevenido en “buenismo” hacia estas situaciones, no debe confundirnos en nuestro compromiso con una clara y correcta jerarquía de valores que atienda primero a la integridad de los valores superiores antes que a la de los subordinados. La exigencia de un total respeto por la verdad de las cosas y por la vida, en todas sus expresiones, está por encima de los buenos sentimientos que, aunque inexcusables, son insuficientes.

Sin embargo, la postura de rechazo hacia el aborto y la eutanasia no nos redime del deber de compasión activa y comprensión por los dramas humanos; de nuestra obligada implicación en atenderlos, paliarlos y resolverlos en su complejidad. - Por otro lado, aunque no nos corresponde juzgar la moralidad de las personas concretas por situaciones de las que también nosotros mismos podemos ser víctimas un día, sí que debemos tener sobre los propios hechos, como tales, un criterio moralmente recto con respecto a lo que les es exigible por la verdad de las cosas, y el respeto supremo por la vida en todas sus expresiones.

martes, 25 de agosto de 2009

LOS DOS CABALLOS DE TROYA

El verano parece el momento oportuno para tomar un poco de distancia frente al día a día que vivimos en el resto de meses. En época de trabajo, la excesiva cercanía a la actualidad nos quita perspectiva. Esto me lleva a pensar que al igual que la medicina tuvo sus orígenes entre prácticas de curanderismo y pócimas magistrales, hechiceros y astrólogos, que rivalizaban en eficacia curativa, hasta llegar a convertirse en la ciencia rigurosa en que consiste hoy la medicina, la economía tuvo también su época de lucha ideológica entre las recetas de los políticos partidarios de la intervención de los mercados y los políticos liberales. Hoy, la economía ya ha alcanzado el reconocimiento de ciencia económica y la aceptación de la economía de libre mercado se ha impuesto, si se quiere lograr la eficacia y desarrollo económico de nuestras sociedades.

Algunos obsoletos partidarios del intervencionismo en economía, paradójicamente en las filas del autodenominado progresismo, arrastran sus pies e intentan encontrar motivos y causas que condenen a la economía de libre mercado y justifiquen los planteamientos de intervención que resultan ya injustificables a estas alturas de la ciencia económica y la experiencia histórica. Solo queda atemperar los naturales y humanos excesos del libre mercado, y establecer los semáforos que regulen el “tráfico económico”, tal como se hace con el tráfico circulatorio, coordinando a los distintos vehículos económicos en su recorrido, pero sin dictarles ni cuando, ni cómo, ni a dónde tienen que dirigirse en su viaje.

En este contexto histórico, las ideologías socialistas del siglo IXX han perdido todo su contenido reivindicativo, así como sus planteamientos socio-económicos. Estas ideologías se han quedado vacías de contenido y sus mentores andan desesperados por encontrar cómo llenarlas con motivos que les justifiquen seguir con sus partidos y sus parroquianos. - Sin propuestas económicas que generen valor añadido, el antiguo socialismo, recalificado como nuevo “progrerío”, se limita a reivindicar beneficios sociales con cargo a los bolsillos de sus supuestos beneficiados, y en aras de una “solidaridad” que no implica a sus promotores. Utilizando eufemismos, con las nuevas reivindicaciones sociales disfrazadas de derechos, atentan y transgreden el sentido común en materias de sexualidad, promueven una “barra libre” para el aborto, al que muestran como “salud reproductiva” ; inducen a la eutanasia, a la que presentan como derecho a una “muerte digna”; fanáticos de un ecologismo a ultranza con su reivindicación original del “calentamiento global” corregida, posteriormente, a “cambio climático” para que tanto sirva para el calentamiento, en años calurosos, como para el enfriamiento en años de nieves. La cuestión que parece preocupar a este nuevo “progrerío” de marcas de lujo es la del “cambio por el cambio” que, aunque no sepamos muy bien hacia donde va, ellos probablemente sí que lo sepan. Los sucedáneos de sus reivindicaciones económicas originales no parecen los más provechosos para la sociedad. El profundizar y mejorar nuestros sistemas democráticos, y la moralidad pública, parece traerles al pairo.

El debate entre derechas e izquierdas, el debate de teoría económica, está resuelto. Solo falta voluntad política y justicia social, sentido común, así como algunas consideraciones técnicas y éticas. Con la desaparición de este debate económico, también se difuminan la derecha política clásica y la izquierda política tradicional.

Así pues, en un mundo cada vez más globalizado en su economía, parecen emerger dos frentes contendientes claramente diferenciados, el de los países totalitarios, y el de los países democráticos. – En los primeros, están experimentando la implantación de la economía libre de mercado sin abandonar sus sistemas políticos. Es el caso de China. – Por su parte, los países democráticos, alineados con la cultura de Occidente, tienen el difícil reto de mantener y profundizar en los valores culturales que han permitido a sus economías ser lo que son, y no perder su propia identidad, cultural y política, frente a dos “Caballos de Troya”: El de los movimientos de inmigración a los que se ven expuestos, y el de la decadencia interna de sus propias sociedades, arrastradas por unas clases dirigentes, desnortadas y oportunistas, que pretenden basar su liderazgo en estéticas grandilocuentes, y principios con “valores populistas de quita y pon” de corto recorrido, pero vacías de moralidad pública y contenidos eficaces. A estos dos “Caballos de Troya” habrá que domarlos para superar el reto. - Es el caso de Estados Unidos y Europa. No va a ser fácil para nadie, pero, especialmente, no lo va a ser para una Europa acostumbrada a que le saquen las castañas del fuego.

No debemos firmar cheques en blanco a ningún partido político. Los partidos ofrecen, por lo menos en España, un más que limitado y estrecho camino de participación ciudadana. Se nos han quedado pequeños y lejanos. Solo nos permiten la puntual participación en las urnas, y los políticos no tienen empacho en anticipar que las promesas electorales son para no cumplirlas. - Parece claro lo que nos quieren decir. Además, lo corroboran con sus hechos. Así las cosas, nuestra influencia, como ciudadanos, la tendremos que ejercer a través del apoyo a asociaciones y entidades con proyectos concretos contra el aborto, proyectos concretos a favor de una educación en valores determinados, proyectos concretos de opinión, participación, influencia, e iniciativas ciudadanas precisas, etc., que generen estados de opinión que comprometan a los partidos en su ejecutoria.

Para ganar esa batalla hay que ir cambiando actitudes de nuestra sociedad, individual y colectivamente. Como decía Jack Welch, el destacado ex-presidente de General Electric: “O bien controlamos nuestro propio destino, o alguien lo controlará por nosotros”. Ya lo están intentando. – Nuestros hijos conocerán las consecuencias y resultados de nuestras actuales actitudes y comportamientos, y nuestros nietos, con seguridad, las disfrutarán o las sufrirán.

martes, 11 de agosto de 2009

ESTILOS Y TALANTES AUTORITARIOS

Un estilo autoritario parece estar barriendo el mundo. Con talante, eso sí, con fachada, pero autoritario. Quizá haya ocurrido siempre.

En Estados Unidos, hace unos días, hubo un revuelo periodístico cuando un responsable de la Casa Blanca invitó, por medio de la página web oficial, a que los ciudadanos que tuvieran conocimiento de críticas, a través de las redes sociales de Internet y correos electrónicos, sobre el poco más o menos que frustrado plan de salud pública, el conocido como “ObamaCare”, que hicieran llegar estos mensajes críticos a un departamento establecido para el caso. Algunos comentarios de prensa y blogs de Internet elevaron sus protestas comparando a la administración Obama con las prácticas político-policiales de vigilancia y denuncia de vecinos disidentes en la Cuba de Castro.

Por otro lado, las interpretaciones de prensa más benévolas quisieron ver en esta iniciativa oficial un modo de identificar los aspectos más criticables del proyecto para así poder revisarlos. Sin embargo, el Sr. Obama, en una posterior aparición en apoyo del candidato a gobernador de Virginia, realizó las siguientes declaraciones: “Yo, espero que se me haga responsable…… pero no quiero que aquellos que generaron el desastre hablen más de la cuenta. Quiero que se aparten del camino para que podamos limpiar la suciedad. No me importa limpiar lo que ellos han ensuciado, pero no que hablen más de la cuenta”

Fue ante estas declaraciones cuando la sensibilidad democrática de la prensa americana no ha podido seguir con su interpretación “buenista”. El mismo comentarista, James Taranto, del prestigioso e influyente Wall Street Journal, que había condescendido con benévola tolerancia a la iniciativa de la Casa Blanca, rectificaba hoy sobre este asunto, de la siguiente forma: “Nosotros estamos modificando nuestro punto de vista……” “La administración del Sr. Obama, quizá a causa de su desesperación, está adoptando un estilo retórico crecientemente autoritario” …… Continua el Sr. Taranto, “Es perfectamente aceptable, aunque no viniendo de un presidente, que Obama disienta de los republicanos y de la administración anterior. Pero decir que “no hablen más de la cuenta” va más allá de lo permitido. Esto es América, y ellos tienen el derecho constitucional de hablar todo lo que quieran. Decir que “se aparten del camino” también resulta problemático. Los republicanos, cuyo mandato concluyó después de las últimas elecciones están fuera del camino, habiendo dejado el gobierno para dar paso a Obama. A sus hombres y a sus aliados en el Congreso. ¿Qué puede posiblemente querer decir aquí el presidente sino que los republicanos de la oposición dejen de participar en política --- otra vez, algo que, en América, ellos tienen un perfecto derecho a hacer?” – Hasta aquí el comentario de James Taranto, editor de la página online del WSJ, que también deploró las referencias de violencia física de algunos políticos.

Obama, como buen socialista, en el sentido más político del término, parece tener tendencia a hablar de tolerancia para después consagrarse a regular y prohibir a diestro y siniestro. Igual que nuestros socialistas de a este lado del charco.

Por mi parte, no puedo dejar de sentir una sana envidia hacia esa pronta sensibilidad del “Esto es América, y ellos tienen el derecho constitucional de hablar todo lo que quieran.” ……… “esto es América” y aquí todo el mundo tiene derecho a participar en política, que tiene la prensa y la sociedad americana en comparación con la nuestra. ¿Cómo sonaría?.... "Esto es España y aquí……., esto es España y aquí……"

Por eso estas líneas, para proclamar esa rebeldía contra los “cordones sanitarios”, los nacionalismos excluyentes”, las interferencias entre poderes del estado, la mentira política, y demás enfermedades de nuestra mal llamada democracia.

Un estilo autoritario parece estar barriendo el mundo. Con talante, eso sí, con fachada, pero autoritario. Quizá haya ocurrido siempre. De cualquier modo, habrá que seguir enfrentándose con exigencia de democracia y “flexibilidad cero” para con los talantes ilegítimamente autoritarios de nuestra clase política.

En Honduras, las instituciones han funcionado para evitar que lo ilegítimo fuera legal.

lunes, 3 de agosto de 2009

LEGALIZAR EL MAL

Es un hecho fácilmente comprobable por nuestra experiencia diaria que cualquier decisión de mediana importancia está hoy sometida a numerosos factores de incertidumbre que, frecuentemente, nos dejan sumidos en la perplejidad de cual debe ser el camino correcto. – Es la consecuencia del complejo y exhaustivo conocimiento humano de hoy día que nos ha obligado a la especialización, convirtiéndonos, por otro lado, en verdaderos analfabetos en todo aquello que no entra dentro de nuestra especialidad. Actualmente, abunda el especialista técnico y el analfabeto moral.

Nos escandalizamos porque nuestros hijos ya aceptan conocer el resultado que les da la calculadora sin que les preocupen los fundamentos de la operación matemática que están realizando. Nos escandalizamos de que solo sean los resultados lo que les interesa, pero no nos perturbamos cuando tampoco nosotros conocemos los fundamentos físicos de cómo la imagen tomada por una cámara situada a cientos, o miles, de kilómetros se reproduce en nuestro televisor. Solo nos interesa ver el programa en cuestión. Adentrarnos en los fundamentos técnicos sería demasiado complejo.

Esta complejidad del conocimiento actual nos obliga a acudir muchas veces, sin reflexión, directamente, a los resultados. También, a utilizar formulas y criterios sencillos que nos simplifiquen la toma de decisiones, si queremos llevar el ritmo de progreso que nos marcan los demás.

Es aquí, precisamente, donde surge el gran riesgo en las decisiones que tomamos. Si tenemos que decidirnos por la compra de un televisor no podemos entrar a estudiar las diferentes tecnologías que utilizan las diferentes marcas, los diferentes niveles de calidad, etc. Nos tenemos que dejar llevar por las referencias de garantía e imagen de marca, de la publicidad que tenemos a mano. Esto, por experiencia, sabemos que no es siempre lo más aconsejable y acabamos pagando un sobre-precio por la excesiva y no siempre utilizada capacidad del ordenador que hemos adquirido, o las exageradas prestaciones de nuestro teléfono móvil.

Esta complejidad de la vida tiene también similares efectos adversos en la organización de nuestras sociedades democráticas. Nos presentan y compramos el producto según la imagen de partido – todos hacen sus ruedas de prensa sobre fondo azul- y técnicas publicitarias, difíciles de contrastar con lo que será la realidad, que nos ofrecen. Es más, tampoco se trata ya de publicidad, sino de la manipulación a la que estamos sometidos. Ya no hablamos de a quien compramos un televisor, sino de en manos de quién ponemos nuestras vidas, la educación de nuestros hijos, nuestra salud, el dinero que ya hemos ganado, y que ahora “prestamos” con nuestros impuestos sin que se nos devuelva con intereses. Ya se trata de palabras mayores. Aquí, el sobre-precio de falta de libertad, riesgos de salud, deficiencias en educación, costos económicos de inflación y deudas, en desempleo, etc., que en estos casos podemos pagar es altísimo.

Más que nunca, se hace necesaria una garantía de marca de verdadera confianza, unos criterios de elección sólidos pero sencillos que nos permitan valorar la confianza de quienes nos quieren convencer de que nuestro patrimonio presente y futuro está en buenas manos.

Entre otros, dos de los criterios que nos permiten, con sencillez, valorar el conjunto de las complejas situaciones a las que se tienen que enfrentar nuestros representantes políticos es su “verdadero talante” democrático y transparencia en los procesos democráticos de su responsabilidad. Talante democrático y transparencia que, como podemos apreciar hoy en día, se encuentran en grave déficit. Por eso, quizá nos pretenden vender las bondades de un déficit que siempre habíamos pensado que era algo malo…….. el tener deudas !

No le faltaba puntería al buen Juan Pablo II, ni al entonces cardenal Ratzinger.

Advertía Juan Pablo II, en 1995, en su encíclica Evangelium Vitae (El Evangelio de la Vida) que el riesgo de las democracias está en convertirse en “estados tiranos” si lo que son males morales se declaran legalmente como “derechos”.

El entonces cardenal Ratzinger sugería el mismo riesgo de una amenazadora “dictadura del relativismo” por la que nos cuelen el mal por el bien, ofreciéndonos sub-productos “políticamente correctos”.

Me pregunto: ¿Dónde están los defensores de la ecología de la naturaleza cuando se trata de defender la ecología humana de defensa de la vida, de la futura, y ya presente, sociedad de nuestros hijos?

Me sigo preguntando: ¿Qué garantía democrática, qué riesgo de tiranía totalitaria, de “dictadura del relativismo moral”, y por ende política, representan los partidos que actualmente nos ofrecen sub-productos “políticamente correctos” tales como el “aborto a la carta” de una ley de plazos, una “educación” para la Ciudadanía, o el “matrimonio” homosexual? los mismos que preparan las condiciones para la eutanasia …. Una respuesta sincera y objetiva no puede, ni debe, dejarnos indiferentes y pasivos.