sábado, 5 de enero de 2013

Una insulsa entrevista real



 
Según lo declarado por el Rey en su insulsa entrevista de televisión de ayer, lo que más insatisfacción le ha producido en sus años de reinado "es haber tenido que aguantar tantos años la violencia terrorista”….. Vaya por Dios! …. Tomen consuelo las víctimas del terrorismo! - Luego, el hecho de que “…..aunque hemos conseguido bastantes cosas, todavía nos falta por conseguir una España más igualitaria y más justa” 
 
Es triste comprobar que la absurda pretensión de lograr igualdad y justicia entraña un falso cliché recurrente y arraigado en nuestros partidos políticos y que infecta hasta la más alta de nuestras instituciones. Un tópico tan elemental y fácil de desmontar como sencillo es comprender que en una sociedad de progreso y excelencia el mérito se debe reconocer y que, por tanto, si hay igualdad plena deja de haber justicia y que si hay justicia no puede haber igualdad plena…… Otra cosa diferente, es reconocer la justicia que debe corresponder a unos mínimos de igualdad social en una serie de aspectos como pueden ser el derecho de acceso a la propia Justicia, a una educación básica, a una protección sanitaria básica y asumible, a una pensión de jubilación mínima de subsistencia, etc., pero la cuestión fundamental es la de la justicia, que es lo que se echa en falta a raudales, no la de una igualdad generalizada “a la baja”. ¿Tan difícil es enfrentarse a esta realidad?... Sí, si se es socialista o socialdemócrata, es muy dificil entenderlo. 

Como ocurre con muchos tópicos, el populismo de proclamar la igualdad y la justicia a partes iguales suena bien pero no es posible porque son realidades de diferente aplicación, pero a la gente le gusta tanto como ir proclamando esas memadas de decir que hay que “democratizar la justicia”, cuando la justicia, que es justa o no es justicia, es tan poco democratizable como la distancia entre Madrid y Burgos o las matemáticas; o como gusta decir que se tiene el hotel más alto de Europa, como si alguien fuera con un metro midiendo hoteles por ahí; o bien pregonar que disfrutamos de la mejor medicina pública del orbe, sin referirse a otros sistemas y países comparándo parámetros concretos que reflejen la inversión y la eficiencia de los diferentes logros.
 
Un mínimo de reflexión parece exigir que debamos hacer prevalecer la justicia sobre la igualdad si no se quiere caer en la injusticia, lo que es mucho más grave. La popularidad de  proclamar la igualdad fue un asunto maltraído por la nefasta Revolución Francesa que buscó  corregir una grave situación de injusticia social aplicando la receta de la igualdad en vez de hacerlo correctamente con la receta de justicia. Los franceses aplicaron con la guillotina su receta de Liberté, égalité, fraternité”.
 
Fueron precisamente los norteamericanos, como suele ser su costumbre, Francis Bellamy y James B. Upham, más pragmáticos, realistas y menos delirantes que los franceses, aunque lo fuera  por razones controvertibles en los tiempos actuales, los promotores del “compromiso de lealtad” (“The Pledge of Allegiance”) a la bandera estadounidense que, frente a la fórmula de “Liberté, égalité, fraternité”,  dejaron de lado las evanescentes égalité” y “fraternité” para centrar el compromiso con el símbolo patrio en el popular de “Prometo lealtad a la bandera de los Estados Unidos de América, y a la Republica que representa, una Nación sumisa a Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos” (“I pledge allegiance to the Flag of the United States of America, and to the Republic for which it stands, one Nation under God, indivisible, with liberty and justice for all.” ) que, como vemos, toma como ingredientes una objetiva referencia a un Principio Supremo, a Dios, por encima de una siempre imperfecta organización humana como es la Nación, de su unidad indivisible, con libertad y justicia para todos….. Es decir, una nación que, partiendo de un Principio, de un origen que conserva el privilegio de establecer el bien y el mal y que ahuyenta tentaciones de disolución relativista y totalitarias, ha ido posteriormente desarrollando y sintetizando los conceptos de unidad en la pluralidad, de libertades y derechos concretos y aplicables - ¿En qué se queda nuestro derecho al trabajo con cinco millones de parados?- y de una justicia que no puede sustituirse por una supuesta, ilusoria, laica y estúpida igualdad tipo Bibiana Aido.
 
Pero en nuestros predios social demócratas del PP seguimos sin otras ocurrencias que haber pasado de las de Zapatero a las del tándem Rajoy-Arriola, patrocinados por su campechana Majestad, y dándole al manubrio de la fantasía socialista de  pretender la igualdad e ignorar los beneficios de fundamentar y lograr una pragmática y beneficiosa unidad en la pluralidad. Después de ciento veinte años de que en 1892 F. Bellamy y James B. Upham desarrollaran su declaración de lealtad a la patria, después de setenta años de que en 1942 esta fuera adoptada como fórmula de adhesión patria por el Congreso de la nación más democrática del globo, sin mención alguna a la “igualdad”, ahí sigue nuestro Rey reivindicando la inconsistencia de una España más igualitaria y más justa".

Pues, como “hemos conseguido bastantes cosas”, entre las que no debemos olvidar los ciento veinte mil abortos del último año, los cinco millones de parados, la galopante corrupción, los ánimos separatistas y el pastiche de Justicia que sufrimos, si vamos camino de que toda la población alcance la deseada igualdad que me den de baja lo antes posible!….. Después arreglarán la justicia entre Rajoy y Rubalcaba, nuestro particular Tándem Supremo de referencia, con el oportuno asesoramiento de los nacionalistas, repartiéndose los puestos del Poder Judicial y del Constitucional. Así, de esta forma, ya habremos alcanzado esa anhelada España más igualitaria y más justa"…… Parece que diciendo bobadas e inconsistencias se entiende la gente y también nuestra campechana Majestad.