Las
drogas, compuestos químicos naturales o de diseño, son sustancias psicotrópicas
que actúan sobre el sistema nervioso central y producen cambios temporales en
la percepción, ánimo, estado de conciencia y comportamiento humano. Reacios a la evidencia inmediata, parece que no somos conscientes de que, de igual forma, las ideologías y afiliaciones
políticas son esquemas igualmente psicotrópicos que, a modo de compuestos
elaborados con derivados de ideas, diseñan tópicos y consignas ideológicas, intelectualmente
tóxicos. En este caso, las ideologías y afiliaciones políticas actúan sobre el
sistema intelectual humano trayendo, asimismo, cambios temporales o crónicos en la
percepción, ánimo, estado de conciencia y comportamientos sociales de las
personas. Cambios y comportamientos que rechazan la propia naturaleza de la realidad.
Si las
ideologías políticas funcionan como sustancias genéricas psicotrópicas con efectos
adictivos, muchas corrientes políticas realizan la función de laboratorios de diseño
social que comercializan sus respectivas consignas, tópicos y lenguajes psicotrópicos.
Así, hoy día, estos grupos toman la forma de partidos políticos para crear sus propias
marcas sustituyendo principios por subproductos ideológicos adictivos que generan una
adhesión drogodependiente que anula el raciocinio intelectual y el sentido
común.
Los
comportamientos sociales de las ideologías políticas, así como el de sus
correspondientes partidos, se encuentran muy alejados de los principios de comportamiento racional
que deben regir el quehacer científico que siempre ha investigado y buscado la realidad natural de
las cosas, tanto física como social. Son comportamientos sociales
ideológicamente irracionales, artificiales y drogodependientes que, en muchos casos, rayan en
la perversidad de proyectos e intereses egoístas.
Así como las personas que se encuentran bajo los efectos de una droga no son capaces de distinguir entre la realidad natural y la virtual, las personas ideologizadas, con sus posturas de dependencia política, muchos de nuestros políticos y conciudadanos, no son capaces de revisar sus ideas y afiliaciones, confundiendo también la evidencia de las realidades políticas con las virtuales, confundiendo las verdades con las mentiras y confundiendo el bien con el mal. - Desgraciadamente, es el caso de gran parte de nuestra sociedad próxima y cercana. En mayor o menor grado, todos estamos necesitados de una cura de desintoxicación y rehabilitación mental e intelectual que empiece por desprendernos de la palabrería de las "desescaladas", los "distanciamientos sociales" y las "nuevas realidades". Palabrería que condiciona e intoxica nuestras relaciones sociales, nuestra conducta personal y nuestro desarrollo intelectual. Que cada cual actúe en consecuencia.