Hoy, 18 de julio, se cumplen 80 años de la reacción militar,
el llamado Alzamiento, a la revolución que iniciaron dos años a antes, en 1934,
los partidos comunista y socialista en España. Reacción a un estado de
deterioro político que no hace falta explicar a quien quiere acercarse a la
realidad histórica con objetividad y desapasionamiento, con honestidad intelectual,
y que desembocó en la Guerra Civil. Reacción que no hace falta explicar a quien
no se siente cómodo viviendo en el sectarismo frentista de la recientemente bautizada
como Memoria Histórica.
Es constatable que a una gran mayoría de aquellos que participaron
en la contienda, de uno u otro bando, no les gustaba hablar sobre la misma.
Recuerdo que los padres eludían un tema que les evocaba episodios ingratos,
tristes y dolorosos dentro de unas familias rotas ideológicamente. Entendiendo
la circunstancia de tal decisión por parte de tantos padres pero no estoy seguro
de que fuera una actitud acertada.
Creo que ignorar una dolorosa circunstancia, preferir
obviarla o disfrazarla, en vez de explicarla, usurpa el aprendizaje de una experiencia que no
debió sustraerse a las nuevas generaciones. Ahí estamos, cada español dando una
explicación. - No hubiera sido cuestión de trasladar a los hijos las actitudes
de los padres, ni de juzgar las posturas de unos y otros porque ello hubiera
significado enconar un problema dentro de la sociedad española y los problemas
familiares no deben saltar de generación en generación. La explicación que a nuestra
generación se debía hubiera sido la de “despersonalizar” las posturas
enfrentadas de la guerra para explicar que el verdadero origen de una contienda
está en el odio cainita, venga de donde venga……. Que las posturas diferentes,
incluso enfrentadas, son inevitables pero que toda “postura de odio” y asesinato merece el rechazo sin atenuantes.
Después de ochenta años, explicar el odio sigue siendo
necesario porque es consustancial a la naturaleza humana y sigue existiendo.
Ignorarlo y preterirlo, disfrazarlo con “buenismos”, solo lleva a que siga
creciendo debajo de la piel.
Al odio no hay que combatirlo con más odio…… En nuestro
fuero interno, hay que combatirlo con amor, pero ya sabemos que el amor hay que
traducirlo a principios democráticos y al ejercicio de una Justicia no necesariamente complaciente con los
que odian. Para empezar, contando y respetando la realidad de nuestra Historia y el peligro que conllevan los talantes guerra civilistas que, como el de Zapatero y sus herederos, reavivan el odio en las nuevas generaciones. Porque, odio es odio y…….
¿qué parte del odio es la que no se entiende?
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